jueves, 25 de junio de 2015

los principales conflictos en el mundo

Las guerras causaron en 2013 cerca de 113.000 muertos en todo el planeta, unos 3.600 fallecidos más que en el año anterior. 

Oriente Medio y el África subsahariana siguen siendo las zonas donde permanecen activos más conflictos armados.

"La paz perpetua no es un concepto vacío, sino una idea práctica que, mediante soluciones graduales, se va acercando poco a poco hacia su realización final". La frase, del filósofo alemán Immanuel Kant, encabeza, más como un deseo que como una realidad, la sección que la página web Global Security dedica a registrar las guerras activas en el mundo. Se trata de un control que realizan de manera exhaustiva numerosos sitios en Internet (Wars in the World, ConflictMap, Global Conflict Tracker, Armed Conflict Database...). Ninguno de ellos tiene problemas por escasez de contenido. 

A pesar de que actualmente no existe ninguna guerra activa declarada de forma oficial entre Estados diferentes, al menos 13 países sufren ahora mismo conflictos armados. Otros muchos padecen desde hace años e incluso décadas situaciones de grave violencia (la causada por el narcotráfico en México, por ejemplo, con decenas de miles de muertos), o realidades bélicas no resueltas aún y calificadas, según el momento, como conflictos de "alta" o "baja" intensidad (la guerra en Colombia, ahora en un frágil proceso de paz). 

No obstante, el número de muertos en el mundo como consecuencia directa de las guerras tiende a ser cada vez menor, si nos remontamos lo suficientemente atrás y, especialmente, desde el final de la Guerra Fría. Entre 1950 y 2007 la media fue de 148.000 muertos al año en combates (sin contar las víctimas civiles); entre 2008 y 2012 esta cifra bajó a 28.000. Aún así, en 2013, y según datos del International Institute for Strategic Studies, los conflictos armados causaron en todo el planeta un total de 112.900 muertes (civiles incluidos), alrededor de 3.600 más que el año anterior. Los fallecidos por conflictos armados suponen alrededor del 10% del total de muertes violentas, una categoría que incluye homicidios y suicidios. 

Ucrania y Gaza, seguidas de cerca por Irak, están acaparando en las últimas semanas la atención informativa, pero la guerra sigue siendo el día a día de millones de personas en otras partes del mundo cuyo olvido por parte de los medios de comunicación es poco menos que permanente. Son las guerras (Nigeria, República Centroafricana, Congo, Sudán del Sur...) a las que solo nos asomamos en ocasiones extremas, o cuando afectan a ciudadanos o intereses occidentales. Y eso sin contar otras situaciones de violencia estructural y continua que ejercen tantos Estados contra sus ciudadanos, y que no son consideradas técnicamente como "guerras". 

Estos son los principales conflictos armados activos en este momento:
<p>Conflictos armados en el mundo, en julio de 2014.</p>

Europa

Ucrania

El conflicto. Ucrania, el país más poderoso, después de Rusia, surgido de la desintegración de la Unión Soviética, fue escenario desde noviembre del año pasado de protestas ciudadanas por el rechazo de las autoridades a firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Tras ser depuesto el presidente Viktor Yanukovich por la presión popular, y después de tomar el mando un gobierno provisional, tropas rusas entraron en la provincia de Crimea, asegurando defender los intereses de los rusos que residen allí. El 11 de marzo, Crimea y la ciudad de Sebastopol declararon unilateralmente su independencia de Ucrania y proclamaron la República de Crimea, reconocida solo por Rusia, que promulgó la anexión del territorio. La tensión fue en aumento a partir del pasado mes de abril, con la ocupación por parte de grupos prorrusos de sedes de la administración regional de ciudades del este de Ucrania –incluidas Donetsk, Jarkov y Lugansk–, con la intención (siguiendo el ejemplo crimeo) de anexionarse a Rusia.

Qué está pasando ahora. Tras el periodo de relativa calma que siguió a la retirada de los insurgentes del norte de Donetsk, el conflicto se ha reavivado desde principios de julio. El día 14 ocurrieron intensos combates en los alrededores de Rozkishnie (Lugansk), el 16 las tropas ucranianas se replegaron a sus posiciones y el día 17 las milicias de la región de Donetsk tomaron la localidad fronteriza de Marinivka. Ese mismo día se estrelló un avión comercial de Malaysia Airlines, con 295 pasajeros a bordo, en la localidad de Grabovo, en la región de Donetsk, una zona que se disputan las tropas gubernamentales y los rebeldes. Según han confirmado los servicios de Inteligencia de EE UU, el avión fue derribado por un misil. Las autoridades ucranianas culparon a las milicias prorrusas, y las autoridades de las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk culparon a Ucrania. El Servicio de Seguridad de Ucrania difundió en Internet la grabación de una supuesta conversación telefónica entre dos jefes de las milicias prorrusas que, de ser cierta, incriminaría a los separatistas y también a Moscú en la ocultación de pruebas del derribo. El suceso ha reactivado un conflicto que parecía estancado en un punto de no retorno
Un soldado ucraniano custodia equipo militar incautado a militantes prorrusos

Las víctimas. Según el Ministerio de Sanidad de Ucrania, a fecha del 11 de junio, 225 personas habían muerto desde el inicio de la contraofensiva gubernamental. Entre 15.000 y 20.000 refugiados llegaron a Sviatohirsk provenientes de Slaviansk tras la intensificación del bombardeo en la ciudad por parte de las Fuerzas Armadas de Ucrania a finales de mayo. Según fuentes rusas, 70.000 refugiados han cruzado la frontera hacia Rusia desde el inicio de los combates. La ONU publicó en mayo un informe en el que observaba un "deterioro alarmante" de los derechos humanos en el territorio controlado por insurgentes, con casos de asesinatos selectivos, tortura y secuestros. Rusia condenó el informe, afirmando que ignoraba los abusos cometidos por el gobierno ucraniano.

Asia

Gaza

El conflicto. La crisis actual es el desenlace de una tensión que fue en aumento desde que el 30 de junio se confirmó que habían sido asesinados tres jóvenes israelíes secuestrados semanas antes en Cisjordania, y cuya búsqueda dejó a su vez seis palestinos muertos, 118 heridos y 471 detenidos. Sin pruebas concluyentes, el Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu acusó del secuestro a Hamás, que negó estar implicada. La situación se agravó cuando dos días después ultranacionalistas judíos se vengaron quemando vivo a un joven palestino en Jerusalén. El hostigamiento de Israel a la estructura de Hamás durante la búsqueda de los estudiantes israelíes acabó traduciéndose en el lanzamiento de cohetes desde Gaza contra territorio israelí, lo que llevó al Gobierno de Netanyahu a desencadenar una nueva ofensiva contra la franja, iniciada el pasado día 7 de julio. De fondo, el fracaso de las negociaciones de paz entre palestinos e israelíes, que Israel dio por concluidas tras el pacto de reconciliación alcanzado por Hamás (gobernante en Gaza y considerada un grupo terrorista por Israel y muchos países occidentales) y Al Fatah (gobernante en Cisjordania y a cargo de la Autoridad Nacional Palestina). Israel, respaldado por EE UU, justifica el ataque en su "derecho a defenderse". Hamás, en su resistencia ante la ocupación y la agresión israelíes.

Qué está pasando ahora. Después de más de un mes de intensos bombardeos sobre Gaza y de centenares de cohetes lanzados desde la franja contra Israel (la mayoría sin alcanzar sus blancos o interceptados por el sistema de defensa aérea israelí), Israel inició el pasado 17 de julio una ofensiva terrestre, con el objetivo de destruir los arsenales de cohetes de los milicianos palestinos y los túneles a través de los cuáles realizan éstos incursiones en Israel. Antes, fracasó un intento de alto el fuego propuesto por Egipto. Hamás pone como condiciones el fin del bloqueo (económico y humano) israelí a la franja y la liberación de presos detenidos en cárceles israelíes. Tras varios intentos fracasados de alto el fuego, Israel y la delegación palestina aceptaron una tregua de 72 horas mientras prosiguieron las negociaciones en Egipto, que todavía no han llegado a buen puerto. 



Las víctimas. Un mes después de que se iniciara el pasado 8 de julio la llamada operación Margen Protector han muerto, según cifras oficiales de las autoridades de Gaza, 1.889 palestinos, la mayoría civiles (y cientos de ellos, niños), y alrededor de 10.000 resultaron heridos. Además, desde que comenzó la invasión terrestre, el número de desplazados internos en la franja ha desbordado las previsiones de la ONU, que calcula que alrededor de 460.000 personas se han visto desplazadas de sus hogares y residen en escuelas de la UNRWA que ejercen como refugios.

Irak


El conflicto. A mediados de junio, los yihadistas extremistas suníes del EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, por sus siglas en inglés) se hicieron con el control de Mosul, la tercera ciudad más grande de Irak y la más importante de su zona norte, y, en una espectacular ofensiva, empezaron a avanzar hacia Bagdad y los santuarios chiíes de Kerbala y Nayaf, ante la desbandada del ejército regular iraquí. El avance del EIIL, un grupo escindido de Al Qaeda y cuyos métodos son más brutales aún que los de esta organización, provocó la huida de cientos de miles de personas, principalmente hacia el Kurdistán iraquí. La ofensiva se producía después de que los yihadistas se hubieran hecho con buena parte del nordeste de Siria, y con el objetivo de establecer un estado islámico entre los dos países. La violencia sectaria entre suníes y chiíes ha sido una constante en Irak desde la invasión liderada por EE UU que derrocó a Sadam Husein en 2003. El punto máximo se alcanzó durante la guerra civil de 2006-2007, y la tensión volvió a recrudecerse en 2013 debido al resentimiento de la población suní con la mayoría chií (actualmente en el gobierno liderado por Nuri al Maliki), a la que los suníes acusan de practicar una discriminación sistemática. La guerra en Siria también está afectando. Los lazos entre los suníes de Irak y los de Siria son fuertes, y las tribus suníes iraquíes preciben la "opresión chií" como algo general, proveniente tanto del Gobierno iraquí como de la minoría alauí siria (el alauismo, confesión a la que pertenece el presidente sirio, Bachar al Asad, es una rama del islam que comparte prácticas con el chiísmo). 

Qué está pasando ahora. A finales de junio, y coincidiendo con el inicio del Ramadán, el mes sagrado musulmán, el EIIL, rebautizado como "Estado Islámico", anunció la instauración de un "califato" en el territorio que controla, y por encima de las actuales fronteras. Unos días después, el líder del grupo y autoproclamado "califa", el hasta entonces esquivo Abu Bakr al Bagdadi, realizó su primera aparición pública. Desde entonces, los extremistas han ido imponiendo su interpretación radical de la ley islámica, especialmente en Mosul. No tardaron en dar un ultimátum a los cada vez menos cristianos que quedan en la ciudad, amenazándoles de muerte si no se convertían o pagaban un impuesto especial. Esto provocó la huida de miles de cristianos hacia la vecina región del Kurdistán iraquí. Y en el resto de Irak, la violencia continúa: el pasado 19 de julio estallaron varios coches bomba en Bagdad, causando la muerte de al menos 26 personas. 
Insurgentes suníes en el norte de Irak

Las víctimas. Desde la invasión de Irak liderada por EE UU en 2003 han muerto en Irak por causas violentas unas 193.000 personas, incluyendo combatientes y civiles. En 2012 hubo casi 4.600 muertos, en 2013 la cifra se disparó hasta los 9.500, y en lo que llevamos de 2014 van ya más de 7.800. El alto comisario de Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, informó de que 600.000 iraquíes han sido desplazados a causa de la ofensiva de los militantes suníes. Se suman a otro medio millón de desplazados este año, cuando el grupo yihadista se hizo con el control de varias ciudades en el oeste del país.

Siria

El conflicto. La guerra civil en Siria, que ha entrado ya en su cuarto año, tiene su origen en las protestas contra el régimen del presidente Bachar al Asad que, con el trasfondo de la llamada 'Primavera árabe', se iniciaron en marzo de 2011. El Gobierno reprimió con dureza a los manifestantes y lo que había empezado como una protesta pacífica se acabó convirtiendo en una rebelión armada. Los grupos de la oposición, que se han ido formando a lo largo del conflicto, abarcan desde rebeldes de ideología más moderada hasta militantes islámicos extremistas, e incluyen, principalmente, al Ejército Libre Sirio y al Frente Islámico, respectivamente. Operan, también, muchos grupos fuera de control, y en la parte este del país se han ido haciendo fuertes los yihadistas del denominado ahora Estado Islámico. Hasta el momento, y más allá de autorizar la destrucción de armas químicas en Siria, la comunidad internacional no ha intervenido directamente. El régimen de Asad cuenta con el apoyo de Rusia e Irán, mientras que EE UU, Turquía, Arabia Saudí y Catar transfieren armas a los rebeldes. En general, los países occidentales respaldan a la oposición moderada siria.

Qué está pasando ahora. El 7 de mayo, la ciudad de Homs, uno de los bastiones rebeldes, fue entregada a las tropas gubernamentales bajo una tregua, tras cerca de tres años de brutal asedio gubernamental. El 3 de junio se celebraron elecciones presidenciales en las regiones controladas por el Gobierno. Asad ganó los comicios con el 88,7% de los votos, entre denuncias de fraude y de "farsa" por parte de la oposición. El 14 de junio, las fuerzas gubernamentales se hicieron con el control del pueblo fronterizo de Kasab, recapturando así todos los territorios perdidos previamente en la ofensiva rebelde de Latakia. Por su parte, los rebeldes capturaron Tall al-Gomo, cerca de Nawa, en la Gobernación de Daraa, y volvieron a entrar en la región de Qalamun. Durante su ofensiva en Irak, los yihadistas del EIIL se apoderaron de armas pesadas y equipo del ejercito iraquí, que han empezado a trasladar a Siria. Actualmente, el Gobierno sirio controla entre el 30% y el 40% del territorio del país, y al 60% de la población. 


Las víctimas. La guerra civil en Siria ha dejado hasta el momento más de 150.000 muertos, de los cuales 51.212 son víctimas civiles. El número de refugiados supera ya los tres millones. Ciudades enteras están completamente devastadas y el daño causado al patrimonio histórico y cultural es inmenso. El 40% de la población vive en una situación de crisis. Se han usado armas químicas en repetidas ocasiones, y ambos bandos han sido acusados desde diversas organizaciones y gobiernos de cometer crímenes de guerra y graves violaciones de los derechos humanos. Se trata del conflicto más brutal de los surgidos a raíz de la 'Primavera árabe', y de una de las peores guerras del siglo XXI.

Yemen

El conflicto. En Yemen se superponen actualmente cuatro conflictos: el que enfrenta al Gobierno con la guerrilla huthi en el norte del país; las revueltas en la región de Adén, motivadas por el escaso desarrollo del antiguo Yemen del Sur; las protestas cívicas de la 'Primavera árabe' (que,  tras la firma de un acuerdo, forzaron la salida del presidente Alí Abdullah Saleh, después de 33 años en el poder), y la presencia de los grupos armados yihadistas asociados a Al Qaeda. Uno de estos grupos, Ansar al Sharía tomó a mediados de 2011 el control de una parte del sur del país, y llegó a declarar la instauración de un emirato islámico en la provincia petrolera de Shabua. Restablecida la estabilidad gubernamental en el país tras la crisis provocada por la salida de Saleh, desde febrero de 2012 el nuevo gobierno redobló su ofensiva contra las bases de Al Qaeda, causando centenares de muertos en el sur, a la vez que se produjo un incremento en la actividad terrorista de este grupo. Yemen es, después de Pakistán, el país donde EE UU realiza más ataques con drones (aparatos aéreos teledirigidos, no tripulados).

Qué está pasando ahora. Esta semana se han recrudecido los enfrentamientos entre rebeldes chiíes y miembros de tribus islamistas del norte del país. Los rebeldes huthi, pertenecientes a una secta chií, han estado combatiendo contra rivales suníes islamistas de una de las tribus más grandes de Yemen (respaldada por una unidad local del ejército), en la provincia de Jouf. 
Atentado en Yemen

Las víctimas. Durante los 10 meses de 2011 que duraron las protestas contra Saleh hubo al menos 746 muertos en enfrentamientos entre leales al presidente y fuerzas de seguridad y los opositores. Por otra parte, en las ciudades bajo control de Al Qaeda se ha impuesto un interpretación estricta de la ley islámica, con detenciones arbitrarias y ejecuciones, lo que ha provocado grandes desplazamientos de población civil. Cientos de personas han muerto en atentados terroristas: los más graves: el 21 de mayo de 2012 en la capital, Saná (83 muertos), el 4 de agosto en Abyan (33 muertos), y el 5 de diciembre de 2013 de nuevo en Saná (68 muertos). Los combates en el norte, entre tanto, han dejado más de un centenar de muertos solo en este mes de julio.

Afganistán

El conflicto. El final del régimen comunista impuesto por la invasión soviética de los años ochenta dejó un país en guerra civil entre las diferentes facciones de muyahidines. Al amparo de Pakistán, surgió entonces el movimiento fundamentalista islámico talibán, que acabó haciéndose con el poder. La negativa talibán a entregar a Osama Bin Laden tras los atentados del 11-S motivó una intervención internacional liderada por EE UU que depuso al régimen integrista. En 2004 Hamid Karzai fue elegido presidente, con el reto de extender el poder del Gobierno más allá de la capital, Kabul, con la ayuda de una fuerza internacional integrada por 48 países. La espiral de violencia, sin embargo, no cesó. El deterioro de la seguridad fue el argumento que esgrimió a finales de 2009 el presidente estadounidense, Barack Obama, para relanzar la implicación internacional en el conflicto afgano. Obama estableció también 2011 como el año del inicio de la retirada de tropas, que antes de 2014 deberían haber completado el repliegue. La progresiva retirada del contingente internacional se vio acompañada de una escalada de violencia del movimiento talibán. El alto nivel de corrupción y la lucha contra el narcotráfico son los otros dos grandes desafíos en un país donde los factores étnicos y de alianzas juegan asimismo un papel fundamental.

Qué está pasando ahora. El pasado 5 de abril se celebraron elecciones presidenciales, resultando ganador Abdullah Abdullah (exministro de Asuntos Exteriores). Sin embargo, fue necesaria una segunda vuelta frente a Ashraf Ghani, celebrada en junio y cuyos resultados están aún por determinar. En mayo, los talibanes lanzaron una nueva ofensiva contra las fuerzas internacionales, incluyendo un atentado contra el ministerio de Justicia de Jalalabad. El 15 de julio un atentado con coche bomba causó 89 muertos y 80 heridos en el distrito de Orgun. 

Las víctimas. Hasta el pasado 17 de julio, y desde la invasión de 2001, se han registrado 3.460 muertes militares de la coalición en Afganistán. Más de 23.500 soldados de la coalición internacional han resultado heridos. Respecto a la población civil, varias fuentes cifran en aproximadamente 20.000 los muertos por acciones de violencia entre los años 2001 y 2013.Y en cuanto a las fuerzas de seguridad afganas, se han contabilizado 13.729 muertos y otros 16.511 heridos entre finales de 2001 y principios de 2014, incluyendo tanto a miembros del ejercito como de la policía.

Pakistán

El conflicto. Aparte de la disputa que mantiene por el estado de Cachemira, que actualmente pertenece a la India pero que los paquistaníes reclaman como propio, Pakistán sufre desde hace cerca de una década un conflicto en el noroeste del país, que enfrenta al ejército gubernamental con grupos armados religiosos, movimientos locales y elementos de la delincuencia organizada, apoyados por grupos terroristas y contingentes de muyahidines.
El conflicto estalló cuando las tensiones provocadas por la búsqueda de miembros de Al Qaeda por parte del ejército paquistaní derivaron en enfrentamientos con combatientes de la región de Waziristán. Mientras, los lazos con EE UU se debilitaron por una serie de incidentes en 2011, entre los que destaca la muerte de Bin Laden en una operación de comandos de EE UU en el norte del país. Pese a ello, el difícil aliado de Washington en la llamada "guerra contra el terrorismo", un aliado cuyo aparato de seguridad está acusado de seguir ofreciendo apoyo encubierto a facciones talibanes, juega un papel clave en el proceso de paz en Afganistán.

Qué está pasando ahora. El ejército intenta desde 2005 eliminar a los guerrilleros de las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA, en inglés), en el noroeste de Pakistán, pero ahora concentra la ofensiva en Waziristán del Norte, donde los grupos insurgentes operan libremente desde que huyeron del fronterizo Afganistán tras la ocupación de EE UU en 2001. El 15 de junio comenzó una nueva campaña militar, motivada en parte por un atentado contra el aeropuerto internacional de Karachi, que mató a 18 personas. Por otra parte, el goteo de muertes causadas por drones de Estados Unidos sigue siendo constante, con cientos de blancos alcanzados desde 2004. Este mismo sábado,  misiles lanzados desde un drone estadounidense causaron la muerte de ocho militantes talibanes en la frontera con Afganistán. 


Las víctimas. El conflicto en el noroeste de Pakistan ha causado más de dos millones de desplazados internos, la mayoría de los cuales padecían ya situaciones de extrema pobreza. Al menos 500.000 personas han tenido que abandonar sus hogares en la región de Waziristán del Norte, desde que el ejército inició una ofensiva actual contra de grupos rebeldes. Y en cuanto a los muertos en el conflicto, las cifras incluyen unos 5.000 soldados y 28.000 combatientes entre 2003 y 2014, así como más de 20.000 civiles. Además, cientos de personas (entre 200 y más de 800, según las fuentes) han muerto por ataques de drones estadounidenses.

África

República Centroafricana

El conflicto. La República Centroafricana vive una gravísima crisis desde finales de 2012, cuando cuatro facciones rebeldes musulmanas agrupadas en la formación Séléka se levantaron en armas al considerar que el entonces presidente François Bozizé no había respetado los acuerdos de paz de 2007. Estos acuerdos preveían la integración de combatientes rebeldes en el Ejército centroafricano, la liberación de prisioneros políticos y el pago a los milicianos sublevados que optaran por el desarme. Los países de la región enviaron entonces una fuerza multinacional para defender la capital, Bangui, del avance de los insurgentess, que llegaron a estar a sólo 160 kilómetros de la ciudad. Las negociaciones entre el Gobierno y los líderes de Séléka llevadas a cabo en enero de 2013 finalizaron con la firma de un nuevo acuerdo de paz, pero los rebeldes perpetraron un golpe de Estado en marzo de ese año que depuso a Bozizé y situó al frente del país al líder de Séléka, Michel Djotodia. Djotodia solo se mantuvo en el cargo hasta enero de 2014, fecha en que presentó su dimisión ante la oleada de violencia desatada en el país, que provocó centenares de muertos. Los milicianos de Séléka atacaron sobre todo barrios y aldeas de mayoría cristiana; los grupos de autodefensa, enclaves musulmanes. No obstante, la violencia interconfesional es un fenómeno reciente en el país, donde los diferentes grupos religiosos habían convivido hasta ahora en relativa armonía, a pesar de las históricas quejas de la minoría musulmana del norte, que se ha sentido abandonada por los sucesivos gobiernos cristianos. Ambos grupos están utilizando el discurso religioso con fines políticos, pero resulta difícil obviar los intereses económicos y la corrupción generados en la lucha por el control del tráfico de diamantes y de madera.

Qué está pasando ahora. El pasado mes de febrero, el secretario general de la ONU pidió al Consejo de Seguridad el despliegue de 3.000 soldados internacionales para reforzar a los 6.000 militares de la Unión Africana y 2.000 franceses que se encuentran ya en el país con el fin de mantener la paz y proteger a los civiles. En junio, medio centenar de personas murieron en la ciudad de Bambari durante un nuevo rebrote de violencia, y en agresiones coordinadas por grupos armados como las milicias cristianas anti-Balaka o los exrebeldes musulmanes Séléka. 

Las víctimas. A finales de 2013, las organizaciones humanitarias sobre el terreno y testigos, que responsabilizaban principalmente a los exrebeldes, denunciaban ejecuciones extrajudiciales, torturas, ataques indiscriminados a civiles, agresiones sexuales a mujeres y niñas, pueblos arrasados, infraestructuras destruidas, viviendas y cosechas incendiadas, hospitales saturados, escuelas saqueadas... La falta de seguridad, además, hacía que ni Naciones Unidas ni las agencias internacionales pudiesen acceder a los lugares más remotos en los que se precisaba ayuda. Aproximadamente un 70% de los niños en edad escolar no podían acudir a clase. Muchos desplazados (hay cerca de un millón en total) han buscado refugio en el campo, en la selva o en misiones religiosas, donde, según ha alertado el Comité Internacional de la Cruz Roja, las condiciones son muy precarias, sin acceso a agua potable o a comida, y sin las necesarias medidas de higiene, por lo que se teme la propagación de enfermedades como la malaria.

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